
Las emociones son el resultado de conexiones que se dan entre distintas estructuras del cerebro mediante una red neuronal llamada sistema límbico. Dentro de este sistema, hay una pequeña estructura similar a una aceituna que se llama amígdala, que es el núcleo central de las emociones. La amígdala funciona como un sistema de alarma que se activa al percibir un riesgo y/o al asociar recuerdos o pensamientos con emociones, lo cual permite que todas las personas puedan dar un significado a experiencias pasadas o aquellas del aquí y el ahora.
Más allá de la Neurobiología
Las emociones son reacciones momentáneas que surgen ante determinados estímulos o situaciones, se manifiestan mediante sensaciones físicas, acciones, y son parte del día a día de cualquier ser humano. Aunque a veces parece que se desbordan, y conllevan a conductas impulsivas o dañinas para uno mismo o con los demás, pueden regularse. Sin embargo, es importante comprender que mientras más se intenta luchar contra ellas, ignorarlas o controlarlas, más fuertes e intensas se hacen, como sucede con las siguientes instrucciones: “Deja de pensar en el elefante rosa”; “No pienses en el elefante rosa”; “Saca el elefante rosa de tu cabeza”. Así pasa con las emociones, cuanto más se intenta eliminarlas, evitarlas o controlarlas, pueden aumentar su intensidad y duración, y es cuando en la práctica del día a día se reemplaza el concepto de “control” por regulación emocional, la cual no busca que se deje de sentir la emoción, ni que las personas sean o actúen según lo que sienten, más bien se centra en que las emociones sean aceptadas, y que se continúe enfocado (a) hacia lo que se quiere ser y lo que es valioso para construir una vida que valga la pena vivir justo desde donde se está.
Ahora bien, la regulación emocional además se refiere a la capacidad de una persona para poder comprender y manejar adecuadamente las emociones mediante un conjunto de habilidades, sin que sean reprimidas en lo más profundo del ser. Esto NO quiere decir que se estalle en furia o se entregue a la desesperanza, al contrario, es permitirse sentir sin dejar absorberse por la emoción. Para ello es importante, identificar la situación y lo que te hace sentir, ponerle un nombre a esa o a esas emociones, detectar las sensaciones físicas que generan (taquicardia, sudoración, temblor, tensión en manos, etc), describir si lo que haces para bajar su intensidad funciona a corto o a largo plazo según los costos de tus acciones para tu vida ¿Me acercan o me alejan de lo que es significativo?

La mayoría de las emociones en intensidad duran 90 segundos
Si identificas que pasados 90 segundos la intensidad se mantiene o aumenta, puede que estés “secuestrado (a) por la amígdala”. Si las emociones se sienten muy intensas, interfieren en el día a día, conllevan a que se lastime a sí mismo o que haga daño a los demás, perduran por semanas o meses hasta convertirse en un estado de ánimo, y haga lo haga, siente que nada mejora, es importante consultar con un profesional de la salud mental, para que evalúe y según su caso, pueda guiarle en el proceso de adquirir mejores estrategias y/o técnicas para fortalecer sus habilidades de regulación emocional.

Es importante comprender y llevar el mensaje a todas las personas, incluyendo a los niños, niñas y adolescentes que, todas las emociones son importantes, ayudan a que las personas puedan comunicarse con los demás, incentivan a la motivación y contribuyen a crear un sentido y propósito de vida, es decir, cada una de ellas cumple funciones: la alegría para celebrar un logro, la tristeza para recordar lo que es valioso en la vida, el enojo para establecer límites, el miedo para protegernos, la decepción para evaluar otras alternativas y así sucesivamente.

Por lo tanto, aprender a identificar cómo se siente: “Me siento…, validar la emoción sin juzgarla entendiendo su función: “Tiene sentido sentirme así porque…”, preguntarse: “¿Qué está pasando ahora?” y luego actuar de forma consciente de acuerdo con lo que es importante y valioso para su vida, cambia la forma en que se influye en el entorno y en la relación que se tiene consigo mismo (a). Así mismo, practicar estilos de vida saludables, realizar actividad física, ejercicios de respiración, técnicas de mindfulness y actividades de disfrute o aquellas que son importantes en la rutina diaria, protegen y fortalecen la salud en general, y por ende la salud mental.
Guadalupe Quiroz De Loza / Psicóloga de la Sección de Salud Mental / Dirección General de Salud Pública
Fuente:
- Quintero, J. (2021). Sumar al amor. Habilidades para mejorar las relaciones en presencia de emociones intensas. En Sumar al amor. Recuperado el 9 de 5 de 2025, de chrome-extension://efaidnbmnnnibpcajpcglclefindmkaj/https://drive.usercontent.google.com/download?id=1WBEK2VLs2B6E_r7pmaMkWJ8pU_OCfePa&authuser=0&acrobatPromotionSource=GoogleDriveListView
- Saavina, A. (7 de febrero de 2022). Psicología y Mente. (J. Bolte, Productor, & My Stroke of Insight) Obtenido de Psicología y Mente: https://psicologiaymente.com/psicologia/regla-90-segundos-gestionar-emociones.